Me levante de la cama a las 2 de la tarde. Prendí el televisor y estuve un rato navegando por los canales. Los reality shows últimamente han mejorado mucho. Decidí salir a dar una vuelta, así que deje mi departamento y subí a mi auto, el que por cierto, esta hecho una chatarra. Bueno, de todos modos no lo iba a conservar mucho tiempo.
Era un bonito día, la gente llenaba las calles y las patrullas circulaban con las sirenas apagadas. Los vendedores en la calle y los ciclistas por los parques completaban el paisaje. Obviamente yo tenia que trabajar, pero mi horario es muy flexible y literalmente puedo hacer lo que se me de la gana, siempre y cuando entregue resultados.
Decidí llamarle a mi primo para ver si quería hacer algo. Le dio mucho gusto escucharme y quede en pasar a recogerlo para ir comer, luego al billar y después a tomar algo. Como siempre, le di una paliza jugando y después, también para variar, salimos del bar pedisimos, yo no podía ni caminar y el se cayo cuatro veces en el camino de la puerta hasta el auto. En uno de esos raros momentos de lucidez, decidí no manejar (de todos modos, aunque lo hubiera intentando, no hubiera podido, todo, todo se movía como si estuviera dentro de una secadora) y mejor detuve un taxi. Como ya estábamos encarrerados, decidimos ir a un table dance.
Llegamos y mi primo tomo una mesa frente a una de las pistas. Yo di una vuelta por el lugar y una de las chicas me detuvo y, haciendo perfectamente su trabajo, me convenció de ir a un privado. Después de tres bailes (el tercero con un bonus: a mi chica se le unió otra y juntas me dejaron acalambrado) lleve a mi primo a su casa. Aun era temprano y yo me sentía envalentonado por el alcohol, así que le llame a mi vieja. La invite a salir y me pidió que la recogiera en una hora.
Tuve que ir a mi casa a cambiarme. Me puse uno de mis mejores trajes y me dirigí a su casa. En el trayecto estuve escuchando el radio, extrañamente, la programación de los talks shows también ha mejorado mucho. Y si, mi placer culpable... todo el camino estuve escuchando reggaeton, demándenme.
Cuando recogí a mi vieja, se fijo en mis ropas y me hizo algunos cumplidos, pero también critico mi auto, como siempre. Definitivamente tengo que deshacerme de el. La lleve al boliche y me gano. Y no es que la haya dejado ganar, no, simplemente, el boliche no se me da. Después fuimos a ver un show, no muy bueno por cierto, un par de malabaristas y una cantante malona pero simpática.
Luego la lleve a su casa y cuando se despedía le pedí que me invitara a pasar para tomar un café. Acepto gustosa y el café se convirtió en gemidos y gritos de placer. Como siempre.
Salí de allí renovado y feliz, así que para celebrar, decidí sacar mi bat y moler a golpes a una ancianita que iba pasando. Después recogí el dinero que había tirado. A un hommie que estaba cerca no le pareció mi celebración y me insulto, así que tuve que acuchillarlo. Desgraciadamente, un policía a pie que estaba a la vuelta vio todo y trato de detenerme, así que no me quedo de otra que meterle cuatro escopetazos entre pecho y espalda. Y entonces sonaron las sirenas. Esas malditas sirenas.
Vi mi auto, que desde la persecución de ayer estaba cayéndose a pedazos y decidí que era hora de renovarse o morir –literalmente- así que corrí hasta la esquina, en donde un yuppie imbecil conducía un hermoso auto deportivo.
Muy amablemente abrí su portezuela y le di una patada en la cara, después lo baje y me arranque a toda velocidad. Para entonces solo tres patrullas me seguían. Nada que no pudiera manejar. Tome uno de los puentes que cruzan la ciudad y trate de perderlos. Casi lo logro, pero tuve la mala idea de atropellar a cuanto peatón se cruzaba en mi camino –y mientras dispararles a los que no estaban a mi alcance- y entonces la persecución subió de tono. Bah.
El problema con los autos deportivos es que, aunque corren como el viento, al parecer están hechos de plástico y soldados con duck tape, así que después de unos cuantos no muy amigables intentos de las patrullas por detenerme, ya no tenía cofre, puertas y dos de las llantas habían reventado. Salí disparado a toda velocidad por una rampa del freeway y caí en medio de un parque. Después de que lo que quedaba del auto se detuvo, salí y corrí hasta la avenida más cercana. Mientras corría, me pareció una buena puntada aventar unas cuantas granadas al azar. Deberían intentarlo, siempre es divertido ver volar cuerpos por entre los árboles. Llegue a la avenida y trate de conseguir otro auto. Desafortunadamente a la vista solo venia un motociclista y una señora en una minivan. Las motocicletas, aunque rápidas y divertidísimas, no son lo mas recomendable cuando seis patrullas quieren infraccionarte, y las minivan ni se digan, son tan maniobrables como un bebe borracho.
Corrí otra cuadra –sin dejar de aventar granadas a las patrullas que me seguían- y lo vi estacionado: un hermoso american muscle, incluso era de mi color favorito. Sin pensarlo mas rompí el cristal con mi codo, abrí la puerta y lo encendí puenteando los cables. Arranque justo cuando las camionetas blindadas del equipo SWAT daban la vuelta en la esquina. Después de abrirme paso a punta de ráfagas de AK-47 en el tetris de patrullas y policías que ya me seguían, me dirigí como pude al helipuerto. Si hay alguna manera de deshacerse de una persecución de seis estrellas es robando un puto helicóptero.
Y si, de milagro llegue al helipuerto y logre despegar entre una lluvia de balas. Desgraciadamente, la policía sabe que es más fácil perseguir un helicóptero con otro helicóptero, así que estuve volando por media ciudad hasta que casi perdí a los tres que me seguían. El mío ya no daba para mas, así que hice un no muy elegante aterrizaje –ok, me desplome- cerca de un muelle, el que ya estaba rodeado por tantos policías que casi me da un ataque epiléptico al ver las luces de las sirenas. No me quedo de otra más que saltar al agua y rezar porque no hubiera una lancha de la policía cerca. Afortunadamente así fue, y después de nadar un buen rato, cruce la bahía y salí por otro muelle.
Muy tranquilamente compre un hot dog en un puesto callejero y detuve un taxi. Me llevo a mi penthouse (con el que me había quedado después de matar a su dueño) y me acosté a dormir. Hoy fue un típico día, un buen día. Tal vez, tal vez, si tengo ganas, mañana me ponga a trabajar y
cumpla con los múltiples encargos de mis jefes y contactos, eso lo decidiré después. Como dije, el trabajo de matón es muy flexible.
Hola, mi nombre es
Nico Bellic y amo Liberty City.